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Alaska-Nutka: Colofon del Imperio Espanol
Published in Paperback by Artes Graficas Villena ()
Author: Arsenio Rey-Tejerina
Amazon base price: $8.00
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Alaska-Nutka: Colofón del Imperio Español
Este pequeño libro, que el doctor Arsenio Rey Tejerina, Profesor de la Universidad de Alaska Anchorage, acaba de publicar sobre la herencia cultural hispánica de nuestro estado, se lee con mucho gusto y en poco tiempo. El libro recuenta cómo llegaron a estas latitudes los primeros hispanos procedentes de México. Hace poco más de doscientos años un puñado de valerosos y esforzados navegantes al mando del capitán Juan Pérez, amigo y paisano del célebre Fray Junípero Serra, el gran apóstol de California, arribó a las costas sureñas de nuestro estado. Los hombres que le acompañaban provenían en su mayoría de los ranchos de Jalisco alrededor de Guadalajara. Eran hombres de tierra caliente, como los llamó Michael Thurman, un historiador norteamericano, que trató de este viaje hace ya 30 años. Después de varias frustrantes exploraciones que les llevaron hasta la actual Bahía de Bristol, el reino del salmón más codiciado del globo, en busca de posibles establecimientos rusos, el explorador José Martínez Sierra convenció a las autoridades virreinales sobre la construcción de una fortaleza en la isla de Nutka (Nootka), sita en la costa norte-occidental de la Isla de Vancouver sobre el paralelo 45. La fortaleza de San Miguel, erizada de potentes cañones, defendió por varios años desde 1789 los derechos hispánicos en el Noroeste del Pacífico.
Dentro de Alaska la actual Forrester Island fue nombrada Isla de Santa Cristina, mi santa patrona, y el cabo marítimo, que hoy día lleva el nombre de Muzón trastocado de Muñoz por el navegante inglés George Vancouver años después, fue llamado Punta de Santa Margarita.
Los indígenas se acercaron temerosos a la costa para observar la pequeña nave que a ellos les pareció un ave gigantesca que se venía sobre el litoral. Al principio estaban asustados pues creían que las personas que vieron dentro eran las almas de sus muertos que venían a reconvenirles por haberse olvidado de ellos, pero luego al acercarse más y más vieron que eran unos hombres desconocidos y hablando una lengua extraña. Esa lengua extraña es la que ahorita estamos escuchando por estas ondas. Así que el español es la primera lengua que se escuchó aquí en Alaska después de la de los indígenas. Antes que la de los rusos, a quienes, aunque habían llegado 33 años antes a la isla Kayak, nadie pudo escuchar pues no había ninguna gente en aquel inhóspito lugar.
Los hispanos se hicieron muy pronto amigos de los nativos pues les dejaron subir a su barco y les hicieron regalos de lo que traían, dándoles pan que por cierto no les gustó nada. Los indios les regalaron pescado fresco y salmón curado que gustó mucho a los hombres de México. Tan amigos se hicieron unos de otros que algunos jóvenes indígenas se fueron con los exploradores a Jalisco. Iban con la idea de aprender español para, al volver, servir de intérpretes. La historia no cuenta qué pasó con estos jovencitos, tal vez se quedaron en Jalisco por haberles gustado el ambiente y el clima, mucho más cálido y menos lluvioso que el de sus costas de Ketchican. El libro puede obtenerse por un precio módico llamando a la oficina de Lenguas en la Universidad de Alaska y si alguno está interesado en hojearlo simplemente puede verlo en la biblioteca pública de Loussac que lo ha recibido como regalo. Alaska-Nutka: Colofón del imperio español, que es el título del libro, relata brevemente la historia del primer viaje y se extiende en presentar con detalle la controversia de Nutka iniciada por los ingleses. Esta desgraciada controversia tuvo por conclusión detener el avance de los hispanos en el Noroeste Pacífico. San Lorenzo de Nutka, situado en la costa occidental de la isla de Vancouver, era el bastión de avanzadilla elevado por el virrey Conde de Revillagigedo para controlar y vigilar estos inmensos territorios hispánicos al norte de las Californias. Los gobiernos de Madrid y Londres firmaron un tratado por el que se decidía el desmantelamiento del fuerte de San Miguel, situado en Nutka. A mediados de 1795 se arriaron las banderas española y británica y se destruyó la fortaleza llevándose sus cañones al castillo de San Blas en el estado de Nayarit. Este acto dio luz verde a los rusos que poco a poco fueron extendiéndose desde la isla de Kodiak a Prince William Sound, Yakutat y Sitka, llegando hasta las mismas puertas de San Francisco donde establecieron su Fort Ross, (Fuerte Ruso).

Resumen de una corta charla

presentada en la Estación KRUA-FM

de la Universidad de Alaska Anchorage.

Cristina Calloni.


Tomàs de Suria, a l'expedició Malaspina Alaska, 1791
Published in Unknown Binding by Generalitat Valenciana (1995)
Authors: Tomás de Suría and Arsenio Rey-Tejerina
Amazon base price: $30.00

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